Mito de “El origen de Roma”
¿Qué ocurre con los sueños esperanzados que compartes con alguien más y ese alguien se va?
Armando era un guerrero de primera clase; luchaba por su pueblo y para su pueblo, pero cada vez perdía más la fe en los humanos, pues cada vez que luchaba se preguntaba para qué o para quién lo hacía. Últimamente los humanos estaban perdiendo la cabeza: había hambrunas, numerosas muertes, abusos de poder… La gente hacía cosas malas y ya no pensaban en el bien común como antes.
Hera, diosa del valor y la fuerza de voluntad, observaba la situación de los humanos desde los cielos, pero fijó la vista en uno: Armando se hacía llamar, era fuerte y tenía ilusión, ilusión que estaba perdiendo y que ella creía que no debía dejarle perder.
Por lo tanto, Hera bajó a ver a Armando. Quería enamorarlo, porque ella misma se había enamorado de él, y así lo hizo, pero jamás llegó a confesarle que ella era una diosa.
Todos los días se veían y prometieron casarse y fundar una nueva ciudad, una ciudad en la que criar a sus hijos y una nueva generación de humanos, una nueva, y buena.
Su sueño era engendrar nuevos humanos y con la nueva ciudad conquistar el mundo salvando así la raza humana.
Júpiter, al enterarse de lo que pretendía su hermana, enfureció y sin previo aviso arrancó a una llorosa Hera de los brazos de Armando. Júpiter castigó a Hera transformándola en nubes, para que siempre pudiese ver el panorama de los humanos y no pudiese hacer nada.
Armando, no pudiendo con la pena, decidió no perder el norte y cumplir el sueño que habían tenido juntos, aunque ya no pudiesen hacerlo entre los dos. No podía fallar a Hera, era el sueño de ambos y Hera le estaba mirando desde los cielos.
Armando fundó una nueva ciudad y ésta tendría por nombre Roma, como el nombre que habían pensado poner a su primera hija, y comenzó a cumplir su sueño, con fuerza de voluntad y sin cejar jamás.
Julissa Caren Calero Carballo
Tasación para reparto de herencia
El ignifugado de estructuras metálicas es un tratamiento crucial para garantizar la seguridad en edificios con este tipo de elementos. ¿Por qué es tan importante? Imagina un incendio: el calor intenso debilita rápidamente las estructuras metálicas, provocando deformaciones, pandeo y, en última instancia, el colapso. Esto no solo pone en riesgo la integridad del edificio, sino también la vida de las personas que se encuentran en su interior. Aquí te explicaremos todo lo que necesitas saber sobre este tema.
El ignífugo es un recubrimiento aplicado sobre las estructuras metálicas que las protege del fuego. ¿Cómo lo consigue? Básicamente, mediante una serie de reacciones químicas que:
Aumentan la resistencia al fuego: El ignífugo forma una capa aislante que ralentiza la transferencia de calor hacia el metal. Esto permite que la estructura mantenga su integridad estructural durante más tiempo en caso de incendio.
Retardan la oxidación: El calor intenso puede provocar la oxidación rápida del acero, debilitándolo significativamente. El ignífugo actúa como una barrera contra la oxidación, evitando este proceso.
Absorben el calor: Algunos ignífugos tienen la capacidad de absorber el calor generado por el fuego, reduciendo así la temperatura que alcanza la estructura metálica.
Existen diferentes tipos de ignífugos, cada uno con sus propias características y aplicaciones:
Pinturas intumescentes: Se expanden considerablemente al contacto con el fuego, formando una capa aislante de gran espesor.
Recubrimientos cerámicos: Ofrecen una excelente resistencia al fuego y a la corrosión.
Morteros ignífugos: Se aplican en forma de mortero y ofrecen una protección muy efectiva.
La elección del tipo de ignifugación dependerá de diversos factores, como el tipo de estructura metálica, el nivel de riesgo de incendio y los requisitos normativos.
El ignifugado de estructuras metálicas no es solo una cuestión de seguridad, sino también de cumplimiento legal. La normativa de construcción establece requisitos específicos en cuanto a la resistencia al fuego de las estructuras. Estos requisitos varían dependiendo del uso del edificio (residencial, comercial, industrial) y su ubicación.
Es fundamental que el trabajo de aplicación del ignífugo sea realizado por profesionales cualificados y que cumpla con las normas y estándares establecidos. De lo contrario, la protección contra incendios podría no ser efectiva y se podrían enfrentar graves consecuencias legales.
La elección del ignífugo adecuado es crucial para garantizar la máxima protección. Algunos factores clave a considerar son:
Tipo de estructura metálica: El tipo de acero, su forma y dimensiones influirán en la elección del ignífugo.
Riesgo de incendio: El nivel de riesgo de incendio dependerá del uso del edificio, su ubicación y la presencia de materiales combustibles.
Requisitos normativos: Es imprescindible cumplir con las normativas de construcción y seguridad contra incendios aplicables.
Duración de la protección: Se debe seleccionar un ignífugo que ofrezca la duración de protección requerida según la normativa.
Facilidad de aplicación: El método de aplicación debe ser adecuado para la estructura y permitir una aplicación uniforme y eficiente.
Mantenimiento: Algunos ignífugos requieren un mantenimiento periódico para garantizar su eficacia.
Una vez aplicadas las ignifugaciones, es esencial realizar un mantenimiento adecuado para garantizar su eficacia a largo plazo. Este mantenimiento puede incluir:
Inspecciones periódicas: Se deben realizar inspecciones visuales periódicas para detectar posibles daños o deterioros en el recubrimiento.
Reparaciones: Si se detectan daños, deben ser reparados de inmediato para evitar la pérdida de protección.
Rehabilitación: En algunos casos, puede ser necesario realizar una rehabilitación del recubrimiento ignífugo para recuperar su eficacia.
Un mantenimiento adecuado del ignífugo es fundamental para garantizar la seguridad de las personas y la integridad estructural del edificio a lo largo de su vida útil.
El ignifugado de estructuras metálicas es una medida de seguridad esencial en la construcción moderna. La elección del ignífugo adecuado, su correcta aplicación y un mantenimiento periódico son fundamentales para garantizar la protección contra incendios y cumplir con los requisitos normativos. Invertir en la protección contra incendios no solo es una obligación legal, sino también una inversión en la seguridad de las personas y en la preservación del patrimonio. No se puede escatimar en este aspecto, ya que las consecuencias de un incendio pueden ser devastadoras.