Seterium

               Cuenta una historia que en el norte de la península Ibérica, existía un pueblo en el que nevaba mucho y que se llamaba Boñarex. En ese pueblo vivía el hombre más cotilla del reino: le encantaba espiar a la gente y contárselo al Señor del pueblo.

Un día de invierno, Cotilleum (el hombre más cotilla) iba por el bosque y vio a lo lejos a la ninfa Seterium y a sus dos compañeras y se acercó a hacer su trabajo. Para su sorpresa, escuchó a Seterium decir que le iban a hacer un conjuro al Señor del pueblo. Rápidamente, Cotilleum salió de su escondite y le contó lo que escuchó al Señor.

Al principio el Señor dudó, porque se creía el mejor Señor del reino, pero, para asegurarse, mandó capturar a las ninfas y Cotilleum fue recompensado con un trozo de piel de oso. Al día siguiente, empezó a llover y la ninfa Seterium y otra compañera fueron capturadas y enviadas a la casa del Señor, pero sus servidores no consiguieron hacer hablar a las ninfas. Para castigarlas, las llevaron al interior del bosque y las enterraron hasta la cintura.

Pensaron que el problema ya estaba resuelto, pero se habían olvidado de la tercera ninfa, que seguía en el bosque, cerca de sus compañeras.

Mientras tanto, Cotilleum volvió al bosque. Se protegía con el trozo de piel de oso que había ganado y, para su fortuna, vio a dos sátiros hablando al lado de un árbol. En ese momento, Cotilleum se acercó y vio que en el árbol había un pequeño hueco en el que se introdujo. Pensó que nadie le había visto hacerlo y que así podría cotillear a gusto. Pero no fue así. La ninfa que quedaba por apresar lo vio y se dio cuenta de que había sido él el causante de que atraparan a sus compañeras. Después se apresuró a encontrarlas.

Pero ni el Señor ni Cotilleum se habían dado cuenta de que con la lluvia, la tierra se ablandaría y las ninfas huirían, y así fue: huyeron y en su carrera se encontraron con la ninfa que no había sido apresada, que les contó toda la historia. Seterium, muy enfadada, huyó a lo más profundo del bosque para idear un conjuro.

Cuando Seterium acabó el conjuro, volvió al centro del bosque, pero tenía que esperar a que dejase de llover y saliera el sol. Mientras tanto, Cotilleum se volvió a meter en el árbol para seguir cotilleando desde allí.

Cuando dejó de llover, Seterium lanzó el conjuro y convirtió a todos los seres del bosque en setas, para que así supiesen en carne propia lo que significaba estar medio enterrados.

Los sátiros se convirtieron e Amanitas Muscarias, las ninfas en senderinas y Cotilleum en la seta que sale en el interior del árbol…

Guillermo Sierra Fernández y José Luis Rivas Tascón